lunes, 20 de julio de 2015

LA TRANSICIÓN: ¿Construyendo la medicina alternativa a los males económicos del capital?

   Durante muchos años, le hemos inculcado a nuestra población, la premisa del desastre económico que representa la doctrina del capital; y la bondades de una economía socialista. Sin embargo, no desarrollar una doctrina de economía social; que sustituya a la actual doctrina económica imperante y se muestre en consonancia a nuestra metas y propuestas; resulta en una gran contradicción, que en nada nos beneficia.


  Es claro reconocer las diferencias notorias, entre las metas que se pretende alcanzar al adoptar organizaciones sustentadas en el capital; y al adoptar organizaciones sociales, cuya meta es la satisfacción de las necesidades comunes de todos sus involucrados; muy lejos de ideales de ostentación de fortunas y bienes suntuosos.

  La falta de una doctrina de economía social,  a hecho aflorar rencillas  e insatisfacciones entre nuestra población y los propietarios y sus gestores de los bienes de capital. Muy a pesar de los fueros laborales que nos han permitido inclinar la balanza hacia los nuestros; la carencia de medidas alternas que representen lo que pretendemos instruir; nos ha llevado a una situación absurda y famélica de los motores que impulsen nuestra economía.

  Es clara la situación de desventaja en la cual nos encontramos; no podemos sembrar la semilla de nuestra transición en el estrato de la doctrina económica actual y pretender que la misma germine y florezca. No se trata de cambiar a propietarios y gestores negados a la transición por nuevos propietarios y gestores secundados por nuestra doctrina política; esto solo nos permite cambiar la forma, pero no el fondo de nuestra disyuntiva.

  Ahora bien, y esto merece un análisis concienzudo: Bajo el contexto actual, de la doctrina económica venezolana, sustentada en viejos esquemas de organizaciones del capital, no es mas conveniente a nuestra transición, permitir el desarrollo paralelo de este viejo esquema, mientras establecemos las bases de nuestra doctrina económica social, y que progresivamente, producto de la dinámica de nuestra transición, la nuestra termine sustituyendo a aquella, restando su influencia y engullandolo como macrofagos a células extrañas, en una respuesta natural de nuestro cuerpo social; dejando atrás viejos remedios y brebajes que lejos de sanar, solo han procurado agravar la enfermedad. 

  Construyamos pues, nuestra medicina alternativa; una nueva doctrina económica social; la misma que nos va a permitir sentar las bases de una verdadera economía social viable y sustentable; y permitamos que por los momentos los actores del capital sigan jugando con sus mismas reglas, pero tengamos especial cuidado con aquellos propietarios y sus gestores renuentes a la transición que solo buscan defender a toda costa el status quo de su vieja doctrina. A ellos, solo nos queda armarnos de valor y enfrentarlos con firmeza y justicia, tal como nos enseño nuestro comandante supremo. 


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