Así como la razón, niega a la locura, es necesario que todo aquel venezolano comprometido con la transición, comprenda de manera clara y objetiva la necesidad de negar al individuo comerciante como sujeto económico primitivo y afirmar al individuo productor como sujeto trascendental. Esto implica, considerar como hecho punible todo aquello que permita el desarrollo de estos entes parasitoides, en detrimento de nuestros individuos productores como los verdaderos precursores del sueño bolivariano.

Ahora bien, es necesario que la misma coexista de manera armoniosa con nuestros consejos comunales y se instituyan como centros de adoctrinamiento de lo que denominamos el sujeto económico moral y asertivo. Es por ello, la necesidad que los mismos estén integrados por individuos de moral reconocida y convicción política solida; y mas aun, que comprendan la urgencia de transformar nuestra cultura de consumo en una nueva cultura del valor agregado.
Su labor transformadora debe estar limitada a la orientación del individuo consumidor como un nuevo eje regulador y planificador de la economía., en función de que el mismo es capaz de planificar el consumo, regular la demanda y consentir la oferta de bienes y servicios.
Esta nueva organización, esta llamada a negar y condenar el solapamiento de nuestros individuos consumidores en sujetos económicos primitivos y reorientar a los mismos hacia sujetos morales y asertivos. Es por ello, que no debemos incluir, en los mismos, a individuos comerciantes; mas aun cuando los mismos, tienden a convertirse en centros perturbadores y obstaculizadores del propósito orientador y doctrinario de esta noble organización.
Ahora bien, e insisto en ello; es nuestro Estado Social, el principal promotor en la búsqueda, y desarrollo y organización de nuestros individuos productores, en las escuelas, universidades, en los campos y las ciudades. Son ellos los motores de nuestra economía, pero consecuentemente, son nuestros individuos consumidores, como sujetos económicos morales y asertivos los entes llamados a regular la economía, en función a los intereses existenciales de la gran mayoría de venezolanos, bajo el lema bolivariano de un buen vivir. Pero considerando siempre la trascendencia de nuestros individuos productores, en una estrecha relación afecto-asertiva.